miércoles, 8 de junio de 2016

Frases de libros

Y cuando te hayas consolado, te alegrarás de haberme conocido.
El Principito (Antoine de Saint-Exupèry)

Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes)

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación.
Historia de dos Ciudades (Charles Dickens)

Crearía un perfume que no sólo fuera humano, sino sobrehumano. Un aroma de ángel, tan indescriptiblemente bueno y pletórico de vigor que quien lo oliera quedaría hechizado y no tendría más remedio que amar a la persona que lo llevara, o sea, amarle a él, Grenouille, con todo su corazón.
El Perfume (Patrick Süskind)

¡Qué maravilloso es que nadie necesite esperar ni un solo momento antes de comenzar a mejorar el mundo!
El Diario de Ana Frank (Ana Frank)
Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues este penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas.
El Nombre de la Rosa (Umberto Eco) 

Seas quien seas, hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa es porque este deseo nació en el alma del universo. Es tu misión en la tierra. El Alquimista (Paulo Coelho)

Resulta extraño pensar que, cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el tiempo empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más deprisa. Harry Potter y el Cáliz de fuego (JK Rowling)

El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo. Cien Años de Soledad (Gabriel García Márquez)
A pesar de ti, de mí y del mundo que se desquebraja, yo te amo. Lo que el Viento se Llevó (Margareth Mitchell)
De pronto se deslizó por el pasillo, al pasar por mi lado sus sorprendentes pupilas de oro se detuvieron un instante en las mías. Debí morir un poco. No podía respirar y se me detuvo el pulso. La Casa de los Espíritus (Isabel Allende)




No hay comentarios:

Publicar un comentario